sábado, abril 23, 2005

La Escalera

Bueno, esto no es una inspiracion mía sino obligada... no importa, como me gusta lo pongo igual :P

Personajes:
Cassandra
Pandora
Angélica
Adolfo
Cecilio
Fernando
Marcia

La entrada de un edificio público, compuesta por una escalera de alrededor de cincuenta escalones sin rampa alguna. Una mujer, vestida de verde, en silla de ruedas está frente a ella mirando. En su rostro se reflejan la angustia y la indignación. Seis personas más circulan: una mujer y su hija bajan por la escalera, un hombre y una mujer bajan también, mientras charlan, unos escalones más arriba, otro hombre sube y el último camina por la vereda.

Cassandra: (A Cecilio, que se dirige hacia ella con aire ausente por la vereda) Disculpe, disculpe señor. ¿No me ayuda?
Cecilio: (frenando en seco y alejándose) No, no tengo tiempo.
Cassandra: ¡Por favor señor! (se acerca a Cecilio, que primero retrocede y luego sale caminando rápidamente).
Cecilio: (histérico) ¡No me toque! Aléjese, déjeme en paz (sale).

Adolfo llega al pie de la escalera, ahora todos están quietos mirando debido a los gritos de Cecilio.

Adolfo: Disculpe señorita, ¿se encuentra usted bien?
Cassandra: (Todavía mirando el lugar por donde salió Cecilio) S-sí, yo… yo solo le estaba pidiendo ayuda…
Angélica: (acercándose y reteniendo a Pandora, su hija, que se acerca a Cassandra y la mira con atención) ¿Necesita ayuda? Pobrecita (le apoya una mano en el hombro), ese hombre es un maleducado.
Cassandra: Yo ya estoy acostumbrada, (mira las escaleras) la ciudad está construída por personas así.
Adolfo: (siguiendo la vista de Cassandra y mirando luego a los demás, ahora todos rodean a la mujer) Tenemos que ayudarla a subir, ¿no es así, señorita…?
Cassandra: Cassandra, sí, necesito subir y no hay rampas.
Pandora: ¿Por qué no podés caminar? (Cassandra ríe)
Angélica: ¡Pandora!
Cassandra: (sonriendo) Déjela. Mirá, Pandora, hace mucho tiempo yo tuve un accidente, es por eso que ahora no puedo caminar.
Pandora: ¿Qué te pasó?
Cassandra: Me caí de un caballo y me lastimé la columna.

Fernando se ríe desenfrenadamente y los demás lo miran, Adolfo con gran indignación.

Fernando: La verdad es que es una manera medio estúpida…
Cassandra: (gélida) Gracias.
Adolfo: Pídale perdón a la señorita.
Fernando: (en tono un tanto burlón) Perdón, señorita.
Marcia: (dando un paso al frente y subiendo el tono de voz) ¿Cómo se atreve? (Luego parece rectificarse y vuelve hacia atrás, como arrepintiéndose)
Cassandra: (a Adolfo) No importa, señor… ¿cómo es su nombre?
Adolfo: Adolfo. Venga señorita, yo la ayudo a subir las escaleras. (mira a los demás) Voy a necesitar ayuda, Marcia, ¿me ayudás?
Marcia: (dudando) Eh… no sé (mira el reloj).
Adolfo: Por favor…
Marcia: No, yo… me tengo que ir (sale, rápidamente, con la cabeza gacha)
Adolfo: Bueno, ¿quién me ayuda?
Fernando: (como queriendo rectificarse) Yo, ¿la llevo a caballito?
Angélica: ¡Si la va a seguir tratando así, mejor no haga nada!
Cassandra: Por favor, ya basta. ¿Me va ayudar o no, señor?
Fernando: Como no. Venga Adolfo, Levantemos a la señorita, (a Angélica) ¿puede usted llevar la silla?
Angélica: Sí, como no. Pobre Cassandra, debe ser difícil sobrevivir en esta ciudad. Vení Pandora.

Fernando y Adolfo levantan a Cassandra. Angélica agarra con una mano el respaldo de la silla y con la otra a Pandora. Los cinco empiezan a subir mientras cae el

Telón


Mel

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